-¿Hola?
-Hola Nonita, ¿cómo estás? ¿Qué estás haciendo?
-Estoy arreglándome para ir a Misa de 19.
-Ahh, estoy a dos cuadras de tu casa, paso a saludarte y me voy a estudiar...
Riing
-Hola querida, ¿cómo estás? ¿Ya merendaste?
-No, todavía no.
-Bueno, ¿qué te parece si te invito un café después de Misa y me acompañás?
-¡Cómo no!
Después de Misa, fuimos a la esquina a tomar un café. Cuando ya estábamos sentadas comenzamos a hablar, le conté cómo venía la facultad, los Exploradores, qué andaba haciendo. Yo quería saber lo mismo de ella, asique me contó que estaba con muchas cosas, como siempre, pero que ahora es distinto.
Hacía mucho que quería tener una buena charla con ella pero no se había dado hasta ahora.
El último trimestre del pasado año, después de algo más de dos meses de internación, falleció mi abuelo.
Debo reconocer que me gusta mucho cuando mi abuela me habla, con esas palabras que muestran todos sus años vividos, dándome consejos o contándome cosas que me desestructuran. En esta ocasión, más que un consejo, me dió varias pistas de cómo seguir adelante: empezó a contarme cómo era su vida cuando era pequeña, cómo su padre silencioso, iba todos los domingos a Misa de 6 de la mañana y su madre se excusaba con la frase "primero la obligación y después la devoción". Mi Nona, desde que tomó la Primera Comunión a los once, fue de rezar mucho e ir a Misa. Capaz al principio cuando conoció a mi abuelo le costó un poco, que era bautizado pero no había tomado la Primera Comunión. Sin embargo, los caminos de Dios no los conocemos, y él de a poquito fue contagiándose del espíritu de mi abuela, se ve. Una vez hubo tomado la Primera Comunión, tomó el hábito de ir todas las mañanas a Misa antes de trabajar; y a pesar de los muchos problemas que tuvo allí, trató de ser siempre fiel. Él siempre le decía a mi abuela que era la campeona de la fe, que ella le había enseñado mucho.
Con mi Nona seguimos hablando, me contó algunas cosas más sobre mi abuelo y algunas anécdotas de su matrimonio, pero lo que más me impacto es lo que le decía a mi abuelo y lo que él le contestaba, a pesar de tenerle mucho miedo a la muerte: hasta el último momento, ella le decía "Sagrado Corazón" y él, en un tono apenas audible le contestaba "en Vos confío".